Hemos visto cómo las propiedades de un monómero no tienen nada que ver con las del polímero que generan. Además, si mezclamos dos o más polímeros, podemos modificar las propiedades de cada uno y conseguir unas propiedades nuevas. Estos son los llamados materiales compuestos o composites.

La investigación de nuevas propiedades de los composites ha adquirido gran importancia, sobre todo en las industrias automovilísticas y aeronáutica, en las que se buscan materiales muy ligeros (para consumir menos carburante) y a la vez más resistentes (al choque, al frío o calor y a la corrosión). Así se han desarrollado materiales compuestos por plásticos y fibras, como la fibra de vidrio o la de carbono.

Si se une un determinado plástico con fibra de carbono, el resultado es un material polimérico cinco veces más resistente que el acero, pero mucho menos pesado; se usa, por ejemplo, en aviación, suponiendo un gran ahorro de combustible al ser más ligero.

Si se combina un plástico con fibra de vidrio, el material que resulta es un aislante eléctrico muy económico y muy resistente a la corrosión y a los cambios de temperatura; por ejemplo, se usa para reforzar cascos de embarcaciones.

Si con el plástico se usan fibras de aramida, como en el keviar, resulta un material 20 veces más duro que el acero (chaleco antibalas). Y en el caso del nomex resulta ignífugo (trajes antincendios). Al mezclarse estos con otros polímeros, resultan útiles en aviación (refuerzo de ciertas zonas) o en usos militares.




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